jueves, 18 de agosto de 2016

La cita

6:45. Llego tarde. Camino deprisa, contracorriente, sorteando a las personas que desanimadas recorren las aceras. Autómatas. Los esquivo una y otra vez, curioso baile. Caras tristes, miradas vacías…
6:46. Concéntrate, vas a llegar tarde, y ella no espera. Acelero el paso y cruzo por debajo de un andamio dónde, de improviso, un gato negro me sorprende. Maldita mi suerte. Avanzo y cuando salgo, la luz me deslumbra. Únicamente distingo puntos multicolores sobre un fondo cambiante, pero no me impide seguir avanzando.
6:51. Siento como las gotas de sudor empiezan a resbalar por mi frente y espalda. Agarro fuerte la pesada tabla y seco con el dorso de mi mano libre las gotas que me ciegan.
6:53. Si continúo así no voy a llegar. Pienso rápido. Tomo una decisión, la única salida posible se dibuja en mi mente. Corre. Una, dos, tres zancadas. Empiezo a coger ritmo. Conforme me alejo del centro me cruzo con menos gente, puedo ir más rápido, pero estoy agotado. No puedo cansarme tanto, no ahora. Tengo que reservarme para ella. Disminuyo el ritmo, noto como mis pulsaciones andan desbordadas, casi tanto como yo.
6:58. Faltan exactamente cinco minutos para nuestra cita. Puedo llegar. Tengo que llegar. Ya no hay nadie por las calles y empieza a notarse la ausencia de gente en los últimos días de verano. Mejor, no quiero compartirla con nadie. Mis amigos insisten en que he perdido la cabeza, que estoy obsesionado. Pobres ignorantes, no tienen la menor idea de lo que siento. Adoro su fragancia, sus caricias, su completa libertad más allá de todo límite. Cuando estamos juntos somos uno y todo lo demás carece de importancia.
7:01. Solo quedan unos metros y mi pulso se dispara, pero esta vez no es la fatiga la que acelera mi corazón.
7:03. Es la hora. Doblo la última esquina y quedamos frente a frente. Está esperándome, como siempre. Los primeros rayos de sol reflejan mil colores sobre su majestuosa belleza. Me acerco hasta que noto sus primeras caricias en mis pies descalzos. Olvidémonos de todo lo demás querida, ahora solo importan tus olas y mi tabla.

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