Tú, que me ensalzas por encima de cualquier
persona. Tú, que has exiliado la humildad de mi ser. Tú, que te vanaglorias y te
regocijas ante cualquier ápice de éxito. Has de saber que he aprendido a controlarte,
a ignorar tus infames argucias que envilecen mi alma. Ya no seré por más tiempo
un débil esclavo de tu narcisismo ni hallarás en mi pecho el nido de tus insidias. Te destierro de
mi persona, maldito ego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario